
El esposo de Gabriela Romero es uno de los 384 muertos que hay en Argentina. Por el aislamiento obligatorio, no pudieron hacerle un velatorio ni abrazarse para buscar consuelo.
Cuando un ser querido muere, el poder darle un último adiós significa todo. Sin embargo el coronavirus está robándole a las familias de los fallecidos esa oportunidad de una despedida final.
El esposo de Gabriel Romero murió el 2 de abril y es uno de los 384 fallecidos por la pandemia en Argentina. Por el aislamiento obligatorio, nadie pudo visitarlo mientras estuvo internado. Tampoco pudieron hacerle un velatorio ni abrazarse para buscar consuelo. “A mi marido no lo puede despedir, no lo pude velar y tampoco llegué a verlo”, contó la mujer en diálogo con el periodista Mauro Fulco en C5N.
La cuarentena obligada tampoco le permitió a ella guardar hoy el recuerdo de lo que podría haber sido el último encuentro con su esposo. “El último contacto que tuve con él fue el 23 de marzo cuando vinieron a buscarlo”, dijo.
Desde que comenzó la pandemia todos los días tenemos el reporte de los muertos e infectados por Covid-19, pero no se piensa en lo que significa para miles de personas no poder acompañar a quien ama en sus últimas horas de vida. “Las víctimas del coronavirus somos un número nada más y detrás de ese número estamos las familias que no las cuentas”, manifestó Gabriela.
“Me da bronca la gente que no entiende lo terrible que es este virus y que andan sin miedo. no tiene noción de lo que es, de lo que se sufre es muy terrible, muy duro”, concluyó.